El cerro Chaparri, situado junto a Urum como un centinela o guardián, es un lugar privilegiado para acercarse a la espiritualidad y entender de cerca el rol que tiene la naturaleza para esta región.
El norte del Perú, en especial la ciudad de Chiclayo, tiene una rica historia alrededor del chamanismo y la espiritualidad. Por ejemplo, para los mochicas había una dualidad en la naturaleza, donde la destrucción y el balance se enfrentaban constantemente. Para ellos, no es hasta que Ai-Apaec, el dios más poderoso, libra una dura batalla contra el puma, el representante del caos y el desorden en la tierra, que se alcanza la armonía. Hasta el día de hoy se encuentran chamanes que practican y conservan milenarios rituales de magia y hechicería. Ellos consideran que el mundo visible está impregnado por fuerzas y espíritus invisibles de dimensiones paralelas que coexisten simultáneamente con la nuestra.
El cerro Chaparri, situado junto a Urum como un centinela o guardián, es un lugar privilegiado para acercarse a la espiritualidad y entender de cerca el rol que tiene la naturaleza para esta región. Desde los tiempos de la cultura Mochica, este lugar ha sido un centro de adoración y peregrinación. Hoy, los pies de esta montaña sagrada son visitados tanto por chamanes como por personas que quieren darse un momento para agradecerle a la tierra por todo lo que nos da.